Pinot Noir. Esta famosa cepa es la difícil de cultivar y de vinificar, la impredecible, con la que se producen algunos de los vinos y espumosos más elegantes.
Fuera de su región de origen, la Borgoña, y de la costa de oro francesa esta estrella regia se puede dar bien en regiones vitivinícolas frías. En Estados Unidos, en la costa de California, su ganado buen prestigio despegó exponencialmente con la película Entre Copas de 2004,
Sideways costó 16 millones de dólares y recaudó más de 100. Consiguió un Oscar al mejor guión adaptado e impactó en una suba de las ventas de la cepa un 16%. Entre copas puede verse actualmente en Netflix España.
El Pinot Noir argentino se asocia con la Patagonia.
En año pasado según el ranking del crítico James Suckling (EU) el mejor Pinot Noir del mundo fue rionegrino. Pinot Noir 2018 Treinta y Dos de la Bodega Chacra de Río Negro obtuvo 100 puntos (esto es como ganarse un oscar).
En Mendoza se asocia esta variedad de uva con los viñedos de altura.
Después de una clase acerca de diferentes composiciones de suelos y de terroir donde ejercitamos con diferentes vinos que hace la Bodega Séptima a partir de la misma cepa y añada (Septima Tierra), esta estrategia de poner en valor los suelos y la altitud me impulsó a experimentar cuando encontré con una etiqueta de la bodega que me llamó la atención.
Pinot Noir.
Descorché una botella de 2014 (temiendo que pudiera estar muda) y descubrí.
Un vino tinto de color claro, translúcido, rubí brillante con tonalidades anaranjadas (estaba en la botella desde 2014) del que solo puedo decir hasta el momento que me regaló una tarde de leer, investigar y probar muy disfrutable de otoño. Se hace a más de mil metros de altura en Valle de Uco, pasa por barricas de roble y esta añada hace referencia desde la etiqueta al terroir Cordón de Plata.
