7 de noviembre de 2020

Cartas de presagios

Te vi en la foto eventera que busqué en el Instagram de El Dorado. Te distinguí por la calva inclinada muy cerca del celular del abogado mediocre. No me extraña el cuello adelantado ni los ojos chiquitos. Cosas del miope.

La foto tomada desde arriba agiganta dos cabezas calvas sobre cuerpos en escorzo, pequeñitos. La cabezota de él maciza, ambos con los teléfonos ergidos, sólo eso. Miraban. Scrolleaban, seguramente, la lancha de la discordia. Esa, que vieron a nuevemildólares pero se puede conseguir por menos.

Razón por la que viniste a casa al otro día. A mentir que habías cambiado mucho, que lo habías pensado y ahora “estaba bien pasar lo firmado 50mil y los gastos de la casa”, “y el aguinaldo para que no les falte”, “verdad lo que dijiste que ganaba pero era desde hacía poco nomás”.

Sonaba Sting me acuerdo. Bailé, bailé de alivio y felicidad por todo el living y me mirabas.

El Dr. Vacs me lo advirtió inmediatamente: Cerrale el trato ya -me dijo- y que te firme. Me sonaba raro que quisieras adelantar la plata de diciembre pero entré. Como dije no soy de rebajar y me habías dado lo que pedí. Con eso estaba. Nunca regatié.

Al rato te dije por teléfono que gracias. Dulce o truco fue el día. No lo podría olvidar. Cuando reconociste, juntaste el hilo, prometiste cumplir, otorgar lo que era mejor. Lo que sabés hacer es prometer.  Y así empezó noviembre.

Lo que demora te salva dicen pero en ese momento me apurabas. Regresé antes del mar y volviste a pasar por casa, hecho un Trump. Te le pareces de perfil sin ropa, aunque en ese entonces yo no lo sabía.

Te abrí la puerta con un orgullo. Estaba todo tan acomodado y yo un poco linda. Te di el regalo, preparé el mejor de los mates.

Algo tenso te presagiaba. Posabas un poco en personaje. No te había conocido ese modo soez.

Cuando regreso a esa tarde me da taquicardia y vergüenza. Veo cuando la ilusión se rasga y arde, vuelve la culpa infinita de no haberte detenido. Cayó por tierra lo acordado. Mejor dicho voló por el aire. “Te clavé el divorcio” me dijiste con el mal aliento que me llegó de lejos.

Igual que el día en que merecí castigo cuando no supe detener Billions en Netflix. Porque en tu compu la pausa se logra oprimiendo y no al tacto como en la mía. Son cosas de la Mac.

Me golpeaste la cabeza repetidamente contra el respaldo de la cama. Esa cama ya no la tengo, la saqué de acá, duermo en el suelo, pero ese día. La tarde que viniste a golpearme nuevamente la cama todavía estaba. Lloré en el mismo respaldar.

Las dos veces fui. A hacer la denuncia, la primera vez no me la tomaron. Bah, sí, pero me acobardé. Me preguntaron qué había hecho yo para que me pegaras. Me preguntaron si quería que la justicia penal examine el caso. Que no había vuelta atrás y tuve miedo. De que no me alcance, no ser suficiente, qué van a decir, me van a odiar las nenas. Tuve miedo, y me confundí de amor.

Mis amigas lo saben, pero pocas. Lo dije solo a una, y otras adivinaron. Tu terapeuta lo supo. Dijiste que fui yo quien violenté. Y el arañazo en tu cara sirvió de coartada. El moretón en la mía se disimulaba bien. Presagio. No pediste perdón.

Tendría que haberlo sabido en el momento exacto del error. Qué trabajo da tu competencia queriendo arrebatar mi razón.

Los capítulos del espanto se escribieron unas semanas más.

“Llegamos” dijo el tordo en el pie de foto porque localizó el estudio frente al Monumento a fin del año. A través de la imagen vi un cuervo que araña el parecer al que no llega ni aunque obture el negro del diente malo que le asoma en la sonrisa.

No lo supe enseguida pero al final lo supe. El abogado mediocre redactó el escrito plagado de mala fe con mi hija menor sentada a su lado. 11 de noviembre, lunes después de la escuela. Socia le dice. Truculento el tipo, el socio de la lancha y el engaño, se hace llamar socio por la nena a la que roba.

Si persistís en el error es hybris, lo sabemos, las erinias lo sabemos. Los lectores de tragedia lo aprendemos. No se llega nene. No, si por el camino fuiste pisoteando. Pero no soy yo quien pueda detenerte.

Todavía era verano cuando plantaba en la respuesta performática: No es cierto, no es cierto, es mentira tu papel. Sos mentira. De los 4 incidentes del derecho de familia no supiste nunca nada. Ni antes. Ni ahora.

El 3 los capítulos de la peste llegaron para todos.

El 4 los espacios se replegaron sobre nosotros mismos como nuevas costras que si rascamos sangran.

El 5 en las macetas germiné las flores. Las que ví arder al sol. 

Con la llegada del 6 te verán aislado, con el 7 sin aliento y en el 8 pagarás. 

Donde no te quieren con vos muere tu nombre. Tu apellido se extingue sin gloria y en el recuerdo subraya las promesas que no supiste honrar. Lo indigno mancha tus quehaceres.

Dije: la casa es para ellas. La paz es para ellas. El sol en la ventana, los instrumentos afinados, las clases, los traslados cotidianos, los viajes, los festejos, las previas. Es lo de ellas.

Esa es la trinchera.

Hoy me alimento de lo que sembré.

Hay un ocho infinito que pulsa vital. Saber no saber. Que no nos falte nada. No se te extraña en el abrazo de las tres. La vida compartida se sostiene sin que nos recortes la palabra, los mediodías, las bienvenidas.

Para qué gritarle a tu único oído sano. No interesa que valides o conectes. Aquí no hay nadie que necesite voz, solo espacios. Los nuestros.  





28 de agosto de 2020

Arde


Si fuera una noche

oscura sin humo

la luna bajaría a dormir

sin la garganta ardida.

 

Si el aire fuera húmedo

o cayera una lluvia suave

sonarían las ranas.

 

Pero la isla arde.

El humedal

desangra en carbón.

 

Selene huye al norte,

el río baja y no queda

resquicio donde refugiarse.

 

Sin reparo de 

la ceniza aumenta 

el conteo: la víbora, el cuis, la rana,

la enfermera, el rugbier, la influencer.


En pandemia una boga-dragón nace

de un ovario de poemas.

 

Cuarto creciente.

La criatura remonta desde

la epidermis del limo

y toma el aire.

 

Esparce sus escamas

como gotas,

caen en el Espinillo,

en Paso de Destilería.

Ella aspira el humo por la branquia

exhala sin barbijo la ley.

 

Humedales

Monte

Acuífero


En vigilia

abrir la boca

es para beber.

Volver al agua, ganar el barro

Ya.



28 de mayo de 2020

En procesión

Voz poética: Una vaquita de San Antonio

Plegado en las alas traigo
el agujeriscente labio para
ofrendar a la violeta.

El racimo convoca
a morder como
en sueños muerdo tu corazón.

Esta existencia 
unicidad de insecto
me permite siquiera
deslizar la maravilla.

Hinco en la gotaleta,
es el empeine una aparición
que suspende el estigma.

Exhalo el último zumbido
sobre la frutarilla
bajo el apriete suave
y muero.

16 de mayo de 2020

Errancia, dispersión, reencuadres.




HOLA (mi palabra favorita) queridas ustedes:


Mujeres, las que se autoperciban mujeres, les no binaries e identidades móviles y reversibles. Errantes.

Les quiero pedir una foto. Fotos suyas con barbijo. Una foto de un dibujo de ustedes con barbijo. Una foto de mujer, niñe o persona que se autoperciba mujer usando tapaboca o barbijo que hayan tomado ustedes.

¿Por qué?

Aspiro a armar un relato audiovisual. No se puede salir a filmar, ni al cine, pero no creo que eso nos apague ni nos mutee. Invisibilizadas ya estábamos, aunque hayamos coreado juntas "Ahora que nos escuchan, ahora que sí nos ven".

En este tiempo adentro también necesitamos representarnos y contarnos o eso quiero. No esgrimo una enunciación clara, transito en dispersión, y así escribo.

Encuandres: una foto de celular alcanza, vertical, con barbijo.

Que sea con o sin filtro, con o sin editar, una foto de ustedes solas o con alguien más, con o sin… lo que quieran: espejo, ventana, pañuelo, vegetales, instrumentos, lo que haya cerca de cada una en estos días.

Si puede ser envíen las fotos a este mail: dateunaidea@gmail.com   Gracias!

Nora







24 de abril de 2020

Muchas voces

Unas voces hipotetizan que es el fin del mundo.
Ahí, mueven las bocas,
no se sabe bien.
Muchos copian y pegan
otros quedan inmóviles.
Hay silencio de cuerpos,
hay luces de pantallas.
Consumo, consumo.
No puedo dormir,
ni pensar,
ni preparar la gestión de la enfermedad
en encierro.
Se acaban las reservas de comida.
La semilla germinó,
no es tiempo de los frutos ya
pero puedo defender,
a dentelladas,
un resabio de la idea
del poder
que aprendí
que no quiero
que oprima
otra vez
y me detona.

24 de marzo de 2020

Futura

Futura está encajada.
No todos la gozan, es asincrónica. Nace y en el pujo nos ciega.
Si le pidiéramos el registro de su imagen al panóptico (selfie, selfie!) se volvería vintage en el encuadre y apocalíptica al primer disparo.
Todo lo que estaba diseñado para recibirla atrasa o, de mínima, no la anticipa y estalla su reflejo. 
Quizás el pensamiento que genera imágenes nos dejó huérfanos.
La futura no se pudo imaginar.
Su presencia se oye lenta -no te agites, al contrario-
Dicen que captamos lo que va a venir si ejercemos la calma ¿quién pudiera?
Futura se trata de adaptar.
Escriben los científicos que en la búsqueda consecuente de situaciones novedosas a nuestro entorno que ya son la realidad de otros ejercitan la capacidad cognitiva. Entonces ¿conocer será empatía?.
Si todo lo supuesto se puede transformar -y justo es eso lo que de momento ocurre- los medios publican que la futura de desarrolla confortable en la experiencia.
Las estrategas sugieren pre-sentir lo inimaginable.
Los deportistas sostienen la inspiración unos momentos. Los filósofos piden entrenar plasticidades. Todo pasa por los pulmones. Dicen que podemos dejar la inspiración en los pulmones hasta que se parezca a un recuerdo.
Antes de que exista lo nuevo nuestras mentes deben creerlo un recuerdo colectivo auguran les artistas.
Creamos ese recuerdo de lo que aún no se miró como interpretamos lo decisivo en la historia y en una coreografía contrafáctica, un conflicto distrópico, un ensanche de sensorialidad, balbuceamos como cuerpo propio el dilema de límites distintos y otro pulsar.
Futura irrumpió. Acá se queda y barre las costras.
Yo lavo la ropa, en la soga cuelgo el agua.

#50 2020



14 de enero de 2020

El bien y el mal ¿de parte de quién?



Si un ser humano actúa de manera justa o injusta lo hace voluntariamente.

Actuar voluntariamente significa, primero, actuar a sabiendas de lo que va a ocurrir y, después, actuar libre de coacción. Esto define también un acto ético. Es elegido.

Si se actúa involuntariamente no podremos hablar de actos justos o injustos, sino de un accidente, más allá o más acá de que las consecuencias o externalidades sean positivas o negativas para aquello o aquellos en que o quienes recae la acción.

-Y después están los encuadres legales que juegan su rol pero ni va por ahí la cosa-. 

Y antes están los costos afectivos de las elecciones que sostenemos y cómo las sostenemos. 

Hace unos días mi hija y su amigo me convocaron a que de mi opinión sobre algo que acontecía, que les estaba ocurriendo a ellos dos en el vínculo, de hecho.

Ah! qué sorpresa! que dos adolescentes te interpelen y coloquen tu palabra en un lugar de valor. Cuánta responsabilidad me trajo ese convite y el desafío: estar a la altura de la demanda. 

Hablamos de amor.

Mi primer reflejo fue escuchar, qué suerte, porque pude ejercer de espejo. Contrastaron conmigo aquello que ya habían dirimido entre ellos. Me dejaron encendida de preguntas y de saberes.

¿Cómo se aman los que se aman? ¿Cómo se cuidan los que se cuidan? ¿Cómo crecen juntos los que crecen juntos? 

Qué suerte la mía estar ahí. 

Maternar es política.

 
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