Ushuaia |
Un poema tiene
sus estados.
El deslizarse del sentido a través
de las pestañas es
su forma líquida.
Brota cuando venís
en el latido de imágenes
que el ojo pulsa.
Todo agua.
Quizás no,
quizás no moje pero
un poema es como un río
y así de marrón nace
el silencio.
Un poema quema como hielo
con la contundencia del límite,
sólido. Fatal corta
el ingreso de oxígeno
y deviene
un mareo verdinegro.
Ocupa una forma absoluta
áspera de arrastrar
garganta abajo.
El estado de poesía que
se inhala y trastoca
es tóxico como
el amor que
me desdobla evaporada.
Traeme tu alambique
a destilar
repetidas veces hasta extraer
por goteo de mí
la piedra elástica.
Desdoblame
morir.
.