Ella dijo, nada de lo libidinal se juega
en la cabeza ni en los pensamientos.
También dijo,
poniendo las manos juntas, ahuecadas
como haciendo un cuenquito, no podés
reservarlos ni atesorarlos para
que sirvan en otro momento.
Me invitó a decir los pensamientos
a ver que puedo escuchar.
Como le dije a M y a D, me quedé masticando la idea,
no pensando los pensamientos ni rumiando por suerte,
dijo M. Masticar involucra los dientes,
ya aparece el cuerpo, algo del cuerpo dijo.
Hoy volví y le pregunté
apenas instalada /¿te acordás lo que me dijiste?/
y me repreguntó /¿qué te dije?/
Después el tiempo pasó contando lo que las palabras hacen,
otros géneros, los procedimientos, es un peligro,
le dije, ya lo sabía por experiencia, por formación
pero qué pija cuando protagonizás y de tus girones
se anota el verosímil, que no es ni verdadero. ni justo, ni explica tu nada.
Cómo me quedé muda cuando escuché.
Recordé a M (no Mariana, sino Mona)
cuando me decía: apelá a Tauro y se refería a descomplicarme,
hacerlo lindo.
Y recordé el título de la Ferrante
Las deudas del cuerpo, y pensé en lo que debo.